jueves, 16 de octubre de 2008

RESPETAR LA DIVERSIDAD ES VOLVER A YRIGOYEN



(Documento elaborado por el Dr. Mario Luis Espada como aporte a la Convención Nacional de Mina Clavero del 3 y 4 de octubre de 2008.-)

La crisis de 2001, dio lugar a una transición política caracterizada por una “democracia de candidaturas”, y la política asociada a simples liderazgos mediáticos que sustituyeron de hecho la “democracia de partidos”. La sociedad argentina ha comenzado, no con la rapidez que desearíamos, a percibir la debilidad institucional que implica la inexistencia de un verdadero sistema político de partidos. En definitiva, hay un “ricorsi” de la mirada de la sociedad hacia la valoración de los partidos políticos y, dentro de ellos, a la U.C.R.

En tal sentido, la profundidad y alcance de la crisis de representación política, como especie del género mediación, impactó de lleno sobre nuestra estructura partidaria. Esta patología política globalizada se vio agravada en Latinoamérica por ingredientes regionales propios, que agudizaron la crisis de representación.

El impacto de las nuevas tecnologías de la comunicación aplicadas a la mediatización moderna, la falta de adecuación a las mismas por parte de dirigentes y militantes; y los efectos, que sobre nosotros como partido, arrojó nuestra última experiencia de gobierno, contribuyeron a generar un clima de confusión conceptual y laxitud disciplinaria que debilitaron el sentido de pertenencia a nuestro partido.

Por otra parte, nuestro funcionamiento partidario en los últimos 25 años, acumuló yerros como capas geológicas que impidieron el adecuado análisis y su contexto nacional e internacional. A modo de síntesis: cuando accedimos al poder, subestimamos la importancia del instrumento partidario y cuando volvimos al llano no efectuamos las correcciones imprescindibles.

Sirva como ejemplo señalar que, en este lapso de tiempo, impregnado de acontecimientos internacionales generadores de debates intensos en el terreno de las ideas, nuestra única actualización doctrinaria sustantiva la ubicamos en la convención nacional de parque norte de 1985.

Pero, además, un ideologismo retórico e insustancial, sin correlato en la coherencia y en la conducta, el apego a prácticas sectarias internas - tan antiguas como decadentes -, el abandono de toda meritocracia en la selección de nuestras representaciones, la vocación expulsora de ciudadanos y cuadros políticos convocados a participar, el tacticaje permanente de los grupos internos predominantes son solo algunos de los problemas que contribuyeron, decididamente, a la pérdida de volumen del radicalismo en la representación del pueblo argentino. La calidad en el ejercicio de nuestras representaciones, el encierro y aislamiento respecto a los sectores sociales, grupos de presión y factores de poder con quienes –necesariamente- un partido político debe relacionarse inteligentemente para acceder al poder, transformar la realidad y beneficiar a las mayorías populares.

En este marco y, partiendo de nuestra propia autocrítica, vinimos a deliberar en Mina Clavero con el objeto de emerger, como una fuerza política nacional, popular y democrática, en capacidad y aptitud para erigirse en vértice de una construcción amplia que articule una alternativa de poder competitiva sin renunciar a su rol de control republicano, durante el tránsito hacia el regreso al gobierno.

Para ello se impone partir de una lectura adecuada del mundo y del país. El planeta, absorto, asiste a una crisis global del capitalismo virtual, llamada a erigirse en icono del siglo que transitamos y punto de partida de un reacomodamiento de los principales vectores geopolíticos. La combinación indistinta entre capitalismo económico con regímenes democráticos o autocráticos y la profundización de nuestra integración americana en un mundo que empieza a diseñar una nueva geografía multipolar, son sólo algunos de los temas que deben formar parte de la agenda contemporánea de un partido político de clara filiación democrática y de histórica vocación americanista.

La realidad nacional, por su parte, nos ubica en un proceso de clara recuperación en la estima pública, sobre todo a partir del agotamiento de la lógica aplicada al ejercicio del poder por parte del matrimonio presidencial, hecho que quedó patentizado ante la sociedad con motivo de la denominada crisis del campo. La búsqueda del hegemonismo político, la fragmentación de la oposición democrática, el “ninguneo” del parlamento como poder republicano y el pretendido control del poder judicial a través de la modificación del consejo de la magistratura, constituyen junto al “capitalismo de amigos” y la falta de transparencia, caracterizaciones definitorias del modelo kirchnerista que, en su persistencia, despiertan un claro fastidio social.

En el contexto descripto sintéticamente, la Unión Cívica Radical convoca con generosidad a la ciudadanía argentina, sin exclusiones, a incorporarse a sus filas para nutrirla participativamente y ser parte de la búsqueda de comunes denominadores con fuerzas políticas afines y sectores de la sociedad civil a fin de vertebrar una alternativa de poder competitiva y eficaz, que asegure la alternancia del poder como garantía democrática.

Para semejante desafío, se impone la modernización y renovación de nuestro partido y la convocatoria generosa a quienes por distintas razones abandonaron nuestra fuerza y deseen –espiritualmente- contribuir con la gesta recuperadora de un sistema político caracterizado por el pluralismo partidario.

En la tarea de modernización partidaria, el modelo del Partido Nacionalista Vasco y el Partido Socialista Obrero español, son ejemplos a tener en cuenta para vigorizar y recuperar a nuestro partido político. En esas fuerzas políticas democráticas conviven y se enriquecen recíprocamente, distintos matices de una misma ideología que potencian su representación y enriquecen su doctrina. Es tan preciso respetar lo diverso para volver a Hipólito Yrigoyen como ejercer la disciplina para volver a representar a la ciudadanía.